En 2012, España era testigo de una circunstancia inédita en la monarquía: don Juan Carlos pedía perdón públicamente por primera vez. Lo hacía ante una cámara, con un visible malestar y una polémica a sus espaldas que tenía que zanjar. Las fotos del monarca cazando en Botsuana marcaron un antes y un después. Ahora la caza le está pasando factura al rey de Holanda, Guillermo Alejandro, que se encuentra en una tesitura complicada tras llevar a cabo lo que él mismo denomina como “fiesta de los animales”.
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La celebración consiste en una cacería, que es una actividad que el monarca lleva practicando desde niño. Este asunto ha llegado estos días a la Cámara de Representantes holandesa, donde diversas organizaciones piden que el consorte de Máxima de Holanda se abstenga de cerrar el parque Kroondomein Het Loo durante tres meses para dar rienda suelta a su rifle. Desde el 15 de septiembre al 25 de diciembre, dicha zona seclausura por “cuidado de la fauna”, circunstancia que puede permitir a la familia real llevar a cabo una cacería e invitar al círculo Orange-Nassau.
Dicho parque, subvencionado por fondos públicos, tiene un mantenimiento que se estima en cientos de miles de euros al año. Monto que reclama como garante de seguridad para sus criaturas Marianne Thieme, líder del Partido de los Animales, encargada de llevar esta polémica a la Cámara de Representantes en 2015. Entonces, el primer ministro, Mark Rutte, se limitó a declarar que dicho enclave cerraba “por razones de seguridad para los ciudadanos”, es decir, para que estos no se expusieran a una bala mal dirigida.
Aires de cambio
Pese a eso, el pasado mes de abril dicha Cámara apoyaba en su mayoría este veto que se popularizaba gracias a una frase de la diputada Femke Merel van Kooten, del grupo proanimal: “La familia real no quiere ver a ninguna persona en el dominio de la Corona durante la cacería”. Este pensamiento se extendía al pueblo en lo que actualmente es un debate social. Mientras tanto, el Servicio de Información del Gobierno se resiste a hacer un comunicado al respecto. Si el rey caza o no es un asunto privado. Así las cosas, lo que dicha Cámara busca es, más que acabar con este ocio ‘real’ que no pueden controlar, lograr que el parque abra los doce meses del año, asunto que supondría automáticamente el fin de los disparos en la zona.
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Esta moción, según comenta la ministra Carola Schouten, es más compleja de lo que parece, ya que en 1959 la princesa Wilhelmina donó dicha naturaleza a los holandeses, pero con una condición importante: el «usufructo completo» tenía que permanecer al portador de la Corona. Por lo pronto, este año dicha zona verde cierra a partir del sábado 15 de septiembre.