Ante una determinación tan importante para la vida conyugal como supone el hecho de acudir a la figura del divorcio, surgen muchas dudas e incertidumbres. Por ese motivo, con objeto de no ampliar aún más las diferencias insalvables de la pareja, se aconseja contar con el asesoramiento de un abogado matrimonialista, que será una figura clave para conseguir una separación pacífica, sosegada y, sobre todo, amistosa.
Decenas de matrimonios deciden poner fin a su contrato de gananciales y separar de ese modo sus vidas compartidas. La actual Ley del Divorcio está vigente en España desde 1981 y miles de parejas han sido las personas que han recurrido a su figura. Es por esa razón que muchos abogados se han especializado en este tipo de trámite legal, con el fin de servir como herramienta a las partes y equilibrar las desavenencias que, en muchas ocasiones, perjudican a los dos por igual.
En ese sentido, siempre que un matrimonio tiene claro que el divorcio es la solución más acertada para solventar las diferencias surgidas, es bueno asesorarse con un buen abogado sobre todos los pros y contras de la disolución de la sociedad creada. Hay bufetes de abogados Alcalá de Henares que, desde su experiencia, pueden dar cobertura legal a los trámites preceptivos; asimismo, el profesional que dirija el caso, se erigirá como una figura clave, cuyo fin será encauzar cualquier situación adversa derivada del propio hecho de divorciarse.
Consejos antes de tomar una decisión final
En primer lugar, los abogados hacen de mediadores entre los cónyuges, con el deseo de que lleguen a un acuerdo mutuo. No obstante, entienden que antes de tomar la decisión de divorciarse, han de tener un periodo de reflexión para armonizar esa decisión con la realidad, y comprobar si está tomada con certeza, o bien, si es fruto de dudas y desavenencias puntuales. En este último caso, hay otras vías, como la separación, y terapias que pueden reconducir la relación.
No obstante, una vez la decisión está motivada y es inamovible, los abogados matrimonialistas piden dos cosas: calma y respeto entre las partes. Aunque pueda parecer difícil, lo mejor para ambos cónyuges es liquidar su relación contractual con amistad y no utilizar ese hecho para hacer más daño al contrario, ya que es mejor llegar a un acuerdo mutuo, que tener que enfrentarse a un proceso judicial.
Responsabilidad cuando hay hijos de por medio
Sin duda, el bienestar de los menores debe ser la absoluta prioridad para ambos padres o madres. Es necesario un divorcio lo menos convulso posible porque ya, de por sí, es una situación estresante para todos los miembros de la familia, al cambiar los hábitos generales del hogar en el que se convive. Por ello, se trabajará junto al abogado para lograr un régimen lógico de visitas, una fórmula de convivencia equilibrada de los hijos con ambos progenitores y, por supuesto, un convenio regulador y manutención en el que los hijos se vean lo menos perjudicados posible. Pasa, en muchas ocasiones, que una parte quiere utilizar a los hijos como arma arrojadiza y esa, desde luego, es la peor de las situaciones que puede darse en una ruptura matrimonial y la que habrá que evitar a toda costa.
No en vano, la separación de matrimonios con hijos menores o con discapacidad son más complejas y laboriosas, técnicamente, que las que no tienen estos lazos, debido a la serie de convenios que hay que regular; razón por la que es conveniente no complicarlas, aún más, por desavenencias emocionales. Por eso, se aconseja llegar a acuerdos y mediaciones que sean lo más amistosas posibles, pues realmente, ahí existirá un vínculo que siempre unirá a las partes y es algo que deberán asumir.
En definitiva, las partes deben entender dos cosas. Por una parte, existe la posibilidad de que ellos sean actores en la toma de decisiones sobre el destino y la resolución de su divorcio. Por otro lado, que sea un juez, ajeno a emociones y cuestiones más internas, el que decida, una situación en la que ambas partes pueden verse perjudicadas. Es por ello que lo mejor es contratar los servicios de un abogado, sentarse y estudiar las mejores opciones, con el fin de elegir la más equilibrada para ambas partes.