Todos los que participaron en la decisión del sábado pasado lo tenían muy claro: ese mismo día se estaba reconociendo de facto a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, porque era seguro que Nicolás Maduro no iba a convocar elecciones antes de ocho días, como le exigieron varios países europeos en una operación coordinada en la que se pactó que España fuera la primera en hablar. De nuevo, los mismos países —entre ellos todos los grandes salvo Italia— han acordado este lunes que sea Pedro Sánchez el primer presidente en reconocer oficialmente a Juan Guaidó como nuevo «presidente encargado» de Venezuela con la intención de que convoque cuanto antes unas elecciones libres y reconocidas por todos. Esta decisión implica no reconocer más a Maduro como presidente de Venezuela, lo que tiene unas consecuencias diplomáticas y legales muy relevantes.
Sánchez ha comparecido esta mañana en La Moncloa, de nuevo sin aceptar preguntas, como la semana pasada, para subrayar el reconocimiento a Guaidó como «presidente encargado» para convocar unas elecciones «en el menor plazo posible». Ha recalcado la «posición consensuada» con la UE, y ha adelantado que contactará con los principales gobiernos europeos y latinoamericanos a lo largo del día. El presidente ha anunciado que promoverá un plan de ayuda humanitaria para Venezuela, con cientos de miles de refugiados saliendo del país.
Sánchez ha apostado por ayudar a alcanzar «la libertad, la prosperidad y la concordia» en Venezuela, a través de unas elecciones «libres y democráticas». «No vamos a dar un paso atrás: España va a estar a la altura de lo que se espera de ella. Venezuela puede contar con España». Sin embargo, el presidente no ha querido aclarar qué pasa a partir de ahora, qué consecuencias prácticas tiene sobre todo a nivel diplomático este reconocimiento. ¿Qué pasa a partir de ahora? le han preguntado cuando abandonaba la sala. «A partir de ahora, paso a paso», se ha limitado a contestar.
Sánchez confirma así oficialmente algo que ni siquiera era necesario reafirmar, porque ya la semana pasada se dejó muy claro que si Maduro no convocaba elecciones el reconocimiento de Guaidó sería automático. El Gobierno sin embargo ha querido darle la máxima relevancia política con una comparecencia especial en La Moncloa que tiene dos objetivos: por un lado, reforzar el perfil internacional del presidente, al ofrecer la imagen de que España está liderando este acuerdo europeo y por eso es el primero en hablar, y por otra parte acallar las críticas de la oposición, que reprocha a Sánchez que no haya reconocido a Guaidó la semana pasada, cuando lo hicieron EEUU y los principales países de América Latina con la excepción de México.
Precisamente esta semana el presidente ha protagonizado un viaje a República Dominicana y México dominado por completo por la crisis venezolana. Desde el primer momento Sánchez quiso mostrar su cercanía con la oposición de este país, y se reunió en Santo Domingo con algunos de sus representantes, que habían viajado allí por una reunión de la Internacional Socialista. Además, España ha decidido acudir como observador a la próxima reunión en Canadá del llamado Grupo de Lima, los países más duros con el régimen de Maduro.
En su comparecencia, Sánchez ha señalado que trabajará con este grupo para buscar una solución pero en especial con el grupo de contacto que se ha creado entre la UE y algunos países latinoamericanos, «a instancias de España», según el presidente, para buscar una salida y convocar las elecciones.
Mientras los opositores venezolanos, incluido el propio Guaidó, agradecían el acercamiento de Sánchez y los grandes países de la UE, la oposición en España le reclamaba mucho más. Después de la decisión de hoy el espacio para la crítica interna en este asunto se estrecha y vendrá más del otro lado, el de Podemos, que ha reprochado al presidente que reconozca a Guaidó, al que acusan de dirigir una operación diseñada por la administración de Donald Trump.
Los grandes países de Europa, que hoy reconocen en cascada a Guaidó, dejan así claro que estos ocho días que dieron de plazo a Maduro eran solo una forma de ganar legitimidad y darle más garantías a una decisión política que ya estaba tomada la semana pasada y se ejecuta definitivamente ahora. El Gobierno y sus socios europeos confirman en que este apoyo expreso de los grandes de la UE servirá para proteger a Guaidó —ahora será más difícil tomar represalias contra él, confían en La Moncloa —pero nadie se anima a prever qué pasará después, porque Maduro ya ha dado muestras de que no tiene ninguna intención de abandonar el poder. El escenario que más temen los gobiernos europeos es de una solución violenta, que todos trabajan por evitar pero nadie se atreve a descartar en este momento.