El Banco de España hizo públicas el martes unas nuevas proyecciones económicas que apuntan a una desaceleración algo más elevada de lo prevista y advirtió de que la incertidumbre asociada a la fragmentación parlamentaria y a la situación en Cataluña podrían restar más al crecimiento.
Tras un alza del 3 por ciento en 2017, el banco central estima que el PIB se desacelerará hasta el 2,6 por ciento en 2018, el 2,2 por ciento en 2019 y el 2 por ciento en 2020.
La fase expansiva sigue siendo más pronunciada que la de los socios comunitarios después de que el Banco Central Europeo también revisase recientemente a la baja sus previsiones de crecimiento para la eurozona proyectando tasas del 2 por ciento en 2018 y del 1,8 por ciento en 2019.
Las nuevas previsiones españolas suponen rebajas de una, dos y una décimas en 2018, 2019 y 2020, respectivamente, como consecuencia, principalmente, del empeoramiento de las perspectivas acerca de la evolución de los mercados exteriores y, en menor medida, de una senda esperada del precio del petróleo algo más elevada.
Aunque el Banco de España destaca que los progresos en materia de equilibrio macro han dotado a la economía nacional de una mayor resistencia a circunstancias adversas, considera que el menor apoyo de los considerados “vientos de cola” y una moderación del consumo privado limitarán el crecimiento.
Además, reconoce que los riesgos a las proyecciones centrales de crecimiento se orientan a la baja por un posible empeoramiento de la economía global y por incertidumbres políticas en el plano nacional.
Mientras el Gobierno en minoría de Pedro Sánchez trata de conseguir un difícil consenso para aprobar unos presupuestos que eviten la convocatoria de elecciones anticipadas, el banco central dice que la “elevada fragmentación parlamentaria”, mantiene una “incertidumbre acerca de la orientación futura de las políticas económicas”.
Desde que el PSOE consiguiese sacar adelante la moción de censura que acabó precipitadamente con el Gobierno presidido por Mariano Rajoy, los sondeos apuntan a un aumento de la división parlamentaria que obligaría a consensos entre distintas fuerzas políticas para garantizar la gobernabilidad.
En este sentido, la entidad pide trabajar para reducir la deuda pública y “retomar” una agenda de reformas estructurales que impulse el potencial de crecimiento y empleo, y revisa una décima al alza su estimación del déficit público hasta el 2,8 por ciento este año por un previsible descenso en la recaudación tributaria.
Además, no pasa de largo sobre la crisis por las pretensiones independentistas en Cataluña que también planea sobre el horizonte electoral: “Un hipotético repunte de la incertidumbre asociada a la situación de tensión política en Cataluña representa un riesgo adicional para el crecimiento económico, especialmente en esa comunidad autónoma”.
MÁS EMPLEO Y MENOS INFLACIÓN
En el marco de la fase expansiva de la economía, proyecta que el crecimiento de la actividad sea intensivo en la creación de empleo, con nuevos descensos de la tasa de paro, hasta situarla por debajo del 12 por ciento de la población activa a finales de 2020.
Tras tocar un 16,5 por ciento al cierre del año pasado, las estimaciones del banco central sitúan el paro a finales de este ejercicio en el 14,6 por ciento, a finales de 2019 en el 13,2 por ciento y al término de 2020 en el 11,9 por ciento.
Según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa, la tasa de paro en el segundo trimestre de este año bajó al 15,28 por ciento, con 3,49 millones de desempleados, el mejor dato en casi una década gracias a la recuperación económica.
Con respecto a los precios de consumo, el Banco de España espera que el IPC armonizado alcance el 1,8 por ciento en 2018 para moderar su repunte al 1,7 por ciento en 2019 y 1,5 por ciento en 2020.