Por sorprendente que resulte, el universo de la bicicleta urbana lleva enfrascado cierto tiempo en una extraña diatriba existencial: ¿son o no son los carriles bici una buena idea? Un sector considera que la segregación pone en peligro a los ciclistas, dado que los convierte en elementos ajenos al frenesí diario de las grandes ciudades (es decir, de los coches). Para ellos, la mejor opción sería tomar las calzadas, obviando las bondades de las vías específicas.
Pues bien, año y medio después de inaugurar su anillo ciclista, Valencia tiene algo que decir.
Funciona. Los carriles bici, si atendemos a la experiencia de la ciudad mediterránea, son una buena idea. El anillo y la construcción de diversas vías a lo largo y ancho del entramado urbano ha provocado que el volumen de ciclistas diarios aumente hasta un 30%. En octubre, mes de particular inclemencia meteorológica, se han registrado picos de hasta 4.152 ciclistas diarios en las calles principales de la infraestructura (como Colón).
El salto. ¿Por qué? Diversas asociaciones ciclistas de la ciudad, como València en Bici, se congratulan por el dato. No cuesta atribuirlo a la red expandida de carriles instalada por el actual gobierno municipal, controlado por Joan Ribó. Este gif de Make Bike compara los datos de tráfico ofrecidos por el Ayuntamiento de Valencia entre 2017 y 2018. En algunos puntos del anillo ciclista se añaden mil circulaciones más por día.
En general, todas las estaciones marcan más pasos diarios. Poco a poco, los valencianos se están trasladando con mayor frecuencia en bicicleta.
Los coches. ¿La consecuencia? Es complejo establecer una causa-consecuencia directa. Sin embargo, el creciente y estupendo estado de salud de los carriles bicis valencianos coincide con un continuado descenso del volumen de coches circulando por el centro. El pasado octubre la circulación cayó más de un 4%, el registro récord del año. Durante los últimos diez meses, el tráfico rodado (privado) no ha dejado de caer.
La reacción. Como en muchas otras ciudades, la progresiva expansión de la bicicleta ha contado con ciertas resistencias. Diversas asociaciones de vecinos han reclamado la obligatoriedad de registro, matriculación y seguro tanto para las bicicletas como para los patinetes. La Policía Local se ha expresado en términos similares. Otros grupos opositores del ayuntamiento han criticado los planes de movilidad, acusándoles de generar más tráfico y accidentes.
Es una lucha que hemos visto en muchas otras ciudades. Valencia, de forma particular, parece haber ganado otro debate: el de la necesidad de los carriles bici dentro de la comunidad ciclista. Si se construyen, la gente los utiliza.