Si algo caracteriza a las grandes ciudades es el hecho de tener carreteras y autopistas conectadas, que permiten circular de un punto al otro mediante distintos medios de transporte y conectar a dos puntos lejanos. No obstante, cada metrópoli tiene también otra red subterránea de comunicación: se tratan de las tuberías, que trasladan los líquidos acumulados hasta donde son finalmente vertidos, y cuyo buen funcionamiento permite que no se altere la vida cotidiana de cualquier ciudad.
Sin embargo, puede fallar. Una situación como esta sucedió el pasado 11 de diciembre en la ciudad de Madrid, cuando una rotura en el Canal de Isabel II provocó interrupciones en el servicio ferroviario y faltantes en el suministro de agua en viviendas y comercios a lo largo de distintos barrios de la capital española.
La rotura afectó a varias líneas de cercanías y metro
El canal madrileño tiene 17.000 kilómetros de extensión, pero la rotura se produjo entre Atocha y Recoletos, dos de las zonas más importantes para la movilidad en la ciudad. Por ello, desde las 3 horas de la madrugada, cuando se dio el episodio, y principalmente en la víspera del comienzo de la jornada laboral, el transporte público de Madrid se vio perjudicado.
Las líneas C1, C2, C7, C8 y C10 del servicio ferroviario Cercanías, que conecta el área metropolitana y las Comunidades madrileñas, sufrieron demoras durante la mañana, mientras que la Línea 1 del Metro directamente debió ser interrumpida.
¿Cómo se detectó la avería?
La tecnología de avanzada con la que cuenta el Canal de Isabel II fue clave para que la rotura sea detectada de inmediato y pudieran comenzar los trabajos de reparación. La avería fue detectada gracias a un caudalímetro, vital para el funcionamiento de un canal semejante, sobretodo para las redes que transportan líquidos industriales. Uno de estos aparatos en cuestión detectó caudales altos en el canal, a la altura de Atocha.
Inmediatamente, los técnicos dedicaron sus esfuerzos a cerrar las válvulas para evitar que se derrame la mayor cantidad de líquido posible, aunque ello no fue sencillo: toda la zona en la que se produjo la rotura estaba anegada y lo debieron hacer a un kilómetro de distancia del lugar de la avería.
Recién lo lograron cuatro horas después, y allí comenzaron las complicaciones para los habitantes de la zona de Arganzuela y Retiro, entre otras, ya que se les cortó el suministro de agua.
El suministro de agua quedó restablecido a las 5 de la tarde
Sin embargo, la labor de los expertos logró ir acotando el área afectada y finalmente, a las cuatro de la tarde, toda la zona que había sufrido los perjuicios del episodio vio normalizado el servicio de agua. El trabajo final de los encargados del Canal de Isabel II fue controlar, en lo que restó de la jornada, que los niveles de presión se mantengan en los valores normales. Eso fue lo que sucedió.
Para ese momento, en tanto, ya había comenzado la discusión política respecto a si la situación se debía a la gestión anterior, a la actual, a la desinversión en el sector y cuánto puede influir la votación de presupuestos regionales.