Sociedad

Capítulo 2 | La gran chapuza

La profundidad de la crisis interna provocada por la denuncia de las cuentas secretas de Jersey [lea el Capítulo 1: La toma del BBVA] en 2002, que supuso la expulsión de todos los consejeros de Neguri, fundadores del BBV, fue el caldo de cultivo para aglutinar fuerzas y preparar el asalto a la presidencia única del BBVA, que ocupaba Francisco González (FG), en 2004. Algunos directivos consultados lo califican hoy de intento fallido, de revancha contra González, al que consideraban usurpador del cargo y sin currículo de banquero, por una estrategia mal trazada y peor ejecutada.

El histórico BBV era tenido como un banco cercano al PNV y afectuoso con los socialistas, aunque Emilio Ybarra, su presidente, era simpatizante del PP. Cuando Aznar llega al poder, en 1996, coloca a González al frente de Argentaria. Esta entidad se fusiona con el BBV y FG inicia la españolización del banco. González se creía al margen de los vaivenes políticos, pero en marzo de 2004 el PSOE llegó al Gobierno. La aparente tranquilidad de FG se rompió el 24 de noviembre de 2004. Ese día, recibió una llamada de Pedro Solbes, vicepresidente y ministro de Economía, que le preguntó si conocía el interés de Sacyr de entrar en el banco. “Gracias, vicepresidente, algo sabía. Han hablado con mi consejero delegado, Goirigolzarri”, le contestó. Solbes cuenta en sus memorias que la conversación fue de tanteo y medias palabras: “Yo desconocía hasta qué punto González estaba al tanto y él ignoraba cuál era mi posición exacta”. Pero el ministro supo entonces que González daría la batalla, y FG que la operación no contaba con el apoyo de Solbes.

Un día antes, el ministro había recibido a la comitiva formada por Luis del Rivero, presidente de Sacyr, los consejeros de la constructora Juan Abelló, Demetrio Carceller y Matías Cortés, y Santiago Ybarra, representante de las familias de Neguri y hermano mayor de Emilio, entre otros. Solbes, que vio la reunión como una encerrona, creía que solo acudiría Del Rivero, que le había adelantado que “tenía un asunto importante” que tratar y que desde La Moncloa le habían remitido a él.

José Ignacio Goirigolzarri y Francisco González, en la junta de accionistas de 2004.
José Ignacio Goirigolzarri y Francisco González, en la junta de accionistas de 2004. SANTOS CIRILO

Tanteo a Solbes

El grupo informó al vicepresidente de que controlaba el 3,1% del BBVA, con perspectivas de llegar al 9,2% del capital, y que aspiraban a formar un núcleo duro para controlar el banco. Solbes cuenta que “las pretensiones tenían poco sentido” y que se preguntó hasta qué punto La Moncloa estaba al cabo del asunto, ya que Zapatero no le había dicho nada. Opinó que el Gobierno no debía inmiscuirse y que debían hablarlo con FG y el Banco de España (BE), encarnado por su gobernador, Jaime Caruana.

Desde entonces, los emisarios supieron que Solbes no les apoyaría. La frustración aumentaría tras reunirse con el BE. Tras una primera cita con el subgobernador, Gonzalo Gil, y otras dos reuniones posteriores con Jaime Caruana, gobernador, el mensaje oficial fue que no se pronunciarían porque la participación “no era significativa” al no llegar al 5%. Entendieron que les vetarían la entrada al consejo. Ni Caruana ni Solbes se sentían cómodos con la idea de que una constructora entrara en un banco.

Antes de verse con Solbes, Del Rivero se había entrevistado con el consejero delegado, José Ignacio Goirigolzarri, para comprobar si les apoyaba. Sobre esa conversación existen diferentes versiones, pero fuentes cercanas al actual presidente de Bankia apuntan a que mantuvo absoluta lealtad al BBVA y que le contó a González, vía telefónica, lo hablado, ya que estaba en Venezuela. Otros cercanos a Sacyr sostienen que le ofrecieron la vicepresidencia e incluso la presidencia a largo plazo, y que seguirían adelante con su apoyo o sin él. Hay quien apunta que aquel encuentro de Goirigolzarri fue el comienzo de una desconfianza visceral por parte de FG, hasta que le echó en 2009.

Plantón de Del Rivero a FG

Del Rivero y FG quedaron el 2 de diciembre a las diez de la mañana en el despacho del banquero. Sin embargo, el constructor llamó minutos antes para anular el encuentro alegando que esperaba aclaraciones del BE. El plantón supuso un monumental enfado de FG, que convocó esa misma mañana un consejo extraordinario, que cerró filas con su jefe y rechazó la entrada de Sacyr. FG se reunió dos veces con Solbes durante esos días. Tras el segundo encuentro volvió eufórico al banco, según varios testigos.

Pasados 14 años, la operación ha vuelto a la actualidad al descubrirse el supuesto espionaje del comisario jubilado Villarejo ordenada por el BBVA para defenderse del llamado “grupo hostil”, en el que, además de los citados, incluía a Miguel Sebastián, entonces director de la Oficina Económica del presidente del Gobierno y exjefe de Estudios del BBVA despedido por FG por ser crítico con la política económica del PP.

El presidente de Sacyr Vallehermoso, Luis del Rivero, en la junta de accionistas de la constructora en 2005.
El presidente de Sacyr Vallehermoso, Luis del Rivero, en la junta de accionistas de la constructora en 2005. JAVIER LIZÓN EFE

Como la derrota no tiene padres, muchos implicados rechazan o minimizan hoy su participación. Pero la perspectiva del tiempo permite analizar con frialdad los hechos, que constituyeron una gran chapuza, en la que quienes lideraron la operación sobrevaloraron sus fuerzas y minusvaloraron la gran capacidad de resistencia y los contactos de González. Todo queda a expensas de conocer definitivamente si FG jugó o no con ventaja por los informes de Villarejo y de lo que digan las investigaciones abiertas por la justicia, los organismos reguladores y el propio banco. Ejecutivos involucrados aseguran que nunca supieron que sus teléfonos estuvieran pinchados, aunque ahora han sabido que incluso eran objeto de escuchas cuatro meses antes, como ocurrió con Sebastián.

El supuesto papel de Villarejo

Lo cierto es que el intento de entrar en el BBVA aglutinó intereses contrapuestos, quizá contradictorios, lo que acabó debilitándolo. Por un lado, estaba Del Rivero, exdirigente de Alianza Popular en Murcia. El empresario sostiene que le había contado la operación a Aznar en una comida en casa de Abelló el 24 de mayo de 2004 y que este se dio por enterado y no se opuso. El 22 de junio, Del Rivero acudió a La Moncloa a pedir el nihil obstat del Gobierno y se vio con Sebastián, que se lo comentó a Zapatero, y este le pidió que informara a Solbes. El empresario murciano presumió entonces con que contaba con el respaldo del Grupo PRISA, editor de EL PAÍS, a través de Matías Cortés, también consejero del grupo editorial. Incluso afirma que se vio con Jesús Caínzos, exvicepresidente del BBVA, y con Gregorio Marañón, exconsejero, ambos destituidos por FG en 2004.

La presencia de Abelló y Carceller, presidente de Damm, socios ambos de Del Rivero en Sacyr, era clave para financiar parte de la compra de acciones, aunque nunca llegaron a realizarse las inversiones por el derrotero de la operación. Además, al ser Abelló consejero del Santander, González vio el fantasma de Emilio Botín planeando sobre su cabeza. Por ello pidió a este la dimisión de Abelló, como demostración de que su banco no estaba detrás. El 15 de diciembre de 2004, Abelló salió del Santander.

El frente vasco lo lideró José Domingo Ampuero, exvicepresidente del BBV y del BBVA y eterno aspirante a presidir el banco, que debía aglutinar a las familias de Neguri para el asalto contra González, junto con Santiago Ybarra, presidente de Vocento. Al final, no lograron sus objetivos.

La participación de Sebastián

Por último, la figura de Sebastián echó más leña al fuego. Su papel habría consistido en poner el marchamo de “operación del Gobierno”, lo más temido por un banquero. Según las fuentes consultadas, Sebastián no logró convencer a Solbes, que primero se mostró neutral y luego puso pegas. Fuentes cercanas a Sebastián, sin embargo, explican otra forma de ver las cosas: que FG le puso bajo el foco de atención porque así vendía una historia de rencor y venganza por haberle despedido. “Por eso, Sebastián se quiso inhibir y actuar en el sentido liberal de dejar hacer; el intervencionismo del Gobierno habría sido oponerse a la operación”, comentan. Otros consultados reiteran que la última versión es cuanto menos bondadosa con el papel real de Sebastián, al que atribuyen la idea inicial del asalto.

Fue Sebastián quien propuso a Goirigolzarri como presidente, pero Del Rivero se opuso porque, a su juicio, este era muy joven. En la vorágine del acoso a FG aparecieron varios candidatos para sustituirle. Se manejó el nombre de José Pérez, ex director general del BBVA y del Banco de España, teóricamente alentado desde La Moncloa, y el de Jaime Terceiro, expresidente de Caja Madrid, descabalgado por el PP, propuesto por el expresidente del BBV José Ángel Sánchez Asiaín. Incluso algunos hablaron de Pedro Luis Uriarte, exvicepresidente del BBVA. Con el paso del tiempo, algunas fuentes afirman que Abelló y el propio Del Rivero se postularon.

Miguel Sebastián, candidato del PSOE a alcalde de Madrid, en 2007, con Pedro Sánchez a su espalda.
Miguel Sebastián, candidato del PSOE a alcalde de Madrid, en 2007, con Pedro Sánchez a su espalda. PAULA VILLAR

En el banco algunos altos directivos procedentes del BBV, aunque no compartiesen el férreo mandato de FG, tampoco veían con buenos ojos la llegada de Sacyr, cuya deuda había crecido exponencialmente en la burbuja inmobiliaria. Para ellos, la constructora podía poner en riesgo la estabilidad del banco si era tomada por algún tiburón. No tenía sentido que valiendo 3.000 millones en Bolsa se hiciera con una entidad valorada en 42.000 millones.

Fuentes que participaron en la operación insisten en que la intención inicial de la constructora no era hacerse con la presidencia, sino invertir en el banco para conseguir dividendos que le permitieran amortiguar una posible caída de su negocio.

Ampliación del mandato

Al final, la operación estuvo plagada de equívocos. En cualquier caso, el intento de aterrizaje en el BBVA pretendía evitar que la junta de 2005 aprobara el primer cambio de estatutos con el que González iba a prolongar su mandato cinco años más, hasta los 70. Pero no lo evitaron. Más tarde, victorioso, el financiero de Chantada volvería a modificarlos y a retrasar la edad de jubilación hasta los 75 años.

Además, no tuvieron dinero suficiente: del 9,2% del capital del BBVA que dijeron que podían reunir no pasaron del 3,1% y gran parte en derivados. Algunos potenciales inversores temían que los mercados vieran mal la operación y se echaron para atrás. Lo cierto era que entre los 16 consejeros del BBVA, incluido González, solo tenían el 1,3% del banco, y por eso Sacyr reclamaba varios puestos en el consejo con su 3,1%. González, con el respaldo de Caruana, aplicó la norma legal, y defendió que debían tener el 6,25% para lograr un puesto, un porcentaje inalcanzable.

La posición de Caruana, colocado por el PP como gobernador, fue definitiva. Había sido excompañero de FG en la sociedad bursátil Renta 4 y mantenían una estrecha relación, que se reflejó en febrero de 2018 cuando FG lo nombró consejero del BBVA después de haber pasado ocho años por el Banco Internacional de Pagos (BIS).

La venta de FG Inversiones a Merrill Lynch

El panorama estaba despejado y la batalla empezaba a tener un vencedor claro, FG. Quizá por ello, y supuestamente con participación de La Moncloa, el grupo hostil utilizó más munición. Recurrió al supuesto escándalo de la venta de la sociedad FG Inversiones Bursátiles a Merrill Lynch en febrero de 1996, meses antes de llegar a la presidencia de Argentaria, y manejó un manuscrito de Claudio Aguirre, presidente entonces de Merrill Lynch, en el que relataba “los artificios contables” utilizados en la operación.

Merrill Lynch comunicó a la CNMV en julio de 1996 un desfase patrimonial de 800 millones de pesetas en la firma FG, por lo que declinó comprar la sociedad y solo se hizo con sus activos para evitar pleitos futuros. La CNMV no abrió investigación en aquel momento. González se defendió a través del bufete Uría y Menéndez, que le encargó el caso a su socio Juan Fernández-Armesto, que en octubre de ese año pasó a ser presidente de la CNMV.

En enero de 2005 la cadena SER, del Grupo Prisa, difundió una información, entregada a la CNMV, sobre las irregularidades de FG Inversiones Bursátiles y una supuesta paralización interna de las investigaciones de la CNMV. Manuel Conthe, presidente del supervisor, cerró el caso el 22 de enero, concluyendo que, de haber habido alguna irregularidad, estaba prescrita. Admitió que Aguirre pudo entregar algún documento, “pero sin pasarlo por el registro de entrada y pudieron desaparecer de las dependencias de la CNMV no de forma maliciosa, sino como fruto de un error”. En una carta con el marchamo de Merrill Lynch enviada a Ramiro Martínez Pardo, jefe de la división de Sujetos de Mercado de la CNMV en 1996, Aguirre informa: “Por su carácter confidencial acompañamos esta carta en sobre cerrado, detalle escrito de la información que facilitamos a Ud. verbalmente el pasado 23 de julio de 1996”. El consejo de la CNMV, sin embargo, nunca recibió esa información. Conthe arremetería contra el Gobierno. Años más tarde, en la campaña a la alcaldía de Madrid, Sebastián negó la implicación del Gobierno.

En junio de 2005, la Intervención del Estado confirmó el agujero contable. Se pasó toda la documentación a la Fiscalía, que no pudo terminar la investigación porque el edificio Windsor, donde Deloitte guardaba toda la información, se quemó el 12 de enero de 2005, un día después de que se reclamaran los datos. Al final, el 15 de febrero de 2005 el «grupo hostil» tiró la toalla. Luis del Rivero sentenció: “Al menos, nos hemos llevado la pedrea”. 148 millones de euros de plusvalías.

Última paradoja: resulta curioso que, el 12 de enero de 2004, cuando se podían estar produciendo las supuestas escuchas de Villarejo para el BBVA, el banco aprobó “el código ético más exigente del sector”, que se apoyaba en un “cumplimiento estricto de la legalidad”.