El abad niega que conociera ya en los años setenta rumores sobre el fraile acusado en 1999 e incluso informara entonces a sus superiores
El monasterio de Montserrat ha admitido que si hoy se diera un caso de supuestos abusos por parte de un monje, como el denunciado por Miguel Hurtado en 1999 y revelado por EL PAÍS, actuaría de otro modo y lo denunciaría ante los Mossos de Esquadra y el Vaticano. “Si actualmente hubiera alguna denuncia de abusos se aplicarían los protocolos previstos a nivel civil y canónico. Tras contrastar los hechos, se pondrían en conocimiento de la autoridad civil y eclesiástica”, ha asegurado esta mañana el portavoz del santuario, Bernat Juliol.
No fue así en el caso de Hurtado, que acusó al monje Andreu Soler de abusar de él cuando tenía 16 años. Soler, muy conocido en Cataluña, dirigió los scouts del monasterio durante 40 años. No obstante, el abad de entonces, Sebastià Bardolet, no hizo nada y su sucesor, el actual, Josep María Soler, solo lo trasladó en 2000 a otro centro. No lo denunció a la policía, no abrió un proceso canónico, que debía haber establecido la veracidad o no de la acusación, y no lo comunicó al Vaticano, como ordenó la Santa Sede desde 2001. Solo lo hizo en 2016, y verbalmente, tras anunciar la víctima que iba a desvelar el caso.
El monasterio pagó 7.200 euros de indemnización a Hurtado, pero Juliol ayer insistió en que no fue para comprar su silencio, solo para ayudarle, y que Montserrat “no admite” que haya habido abusos. La abadía justifica su ambigua posición en que el acusado siempre negó los hechos y era la palabra de uno contra la de otro. “Se abrió una investigación y no se hallaron suficientes pruebas”, añade Juliol, “pero ante la duda el monasterio decidió ponerse del lado de Hurtado”. La víctima lo niega, pues sostiene que el propio abad le dijo que le creía y que al desterrar a Soler le dijo claramente que era “por abusar de un menor”. Hurtado, que hoy tiene 36 años, aparece en el documental sobre los abusos en la Iglesia Examen de conciencia, que Netflix estrenará el próximo viernes, y dará este lunes una rueda de prensa en Madrid en la sede de Change.org para replicar al monasterio.
Montserrat también niega otra acusación grave: la existencia de sospechas sobre Andreu Soler, fallecido en 2008, desde hace décadas. Hurtado afirma que en una de sus conversaciones con Josep Maria Soler el abad le confesó que su denuncia “no le pilló por sorpresa, porque ya había oído rumores sobre él, acerca de relaciones homosexuales con jóvenes en los setenta en la casa de Santa Cecilia, en Montserrat”. Es más, afirma que el actual abad, entonces monje, informó al abad de la época, Cassià Just, pero no sabía si lo investigó. Josep María Soler, consultado hoy sobre este extremo por un portavoz, a preguntas de este periódico, lo ha negado. “Si el monasterio hubiera tenido rumores fundados, habría actuado”, resolvió Juliol.