El nuevo dueño de la estructura tendrá el reto de modernizarla para hacerla atractiva y poder competir con los edificios más avanzados
Hace un tiempo no muy lejano, la punta plateada que corona el Chrysler Building podía verse resplandeciente desde cualquier punto de Manhattan. El único rival en el barrio del icónico rascacielos Art Deco era el imponente Empire State. Pero el perfil de Nueva York está en constante transformación y la ola de cemento sigue creciendo en altura, comiéndose a su paso las viejas y majestuosas estructuras que definen la metrópolis.
El emblemático edificio de oficinas está ahora en venta. Los patrones no pueden con los costes para mantenerlo ni con la competencia de los nuevos rascacielos que se alzan por la orilla oeste de la ciudad, que cuentan con todas las innovaciones tecnológicas y los servicios que reclaman los inquilinos de la economía digital. Por no decir hablar de los ventanales, las terrazas o los gimnasios.
El Chrysler Building fue diseñado por William Van Alen. Se construyó durante los primeros años de la Gran Depresión. El nombre se lo debe al fundador del fabricante de coches de Detroit, Walter Chrysler. Se inauguró en 1930, en plena carrera por ser el edificio más alto del mundo. Tiene 77 plantas. Logró el título pero solo pudo conservarlo un año, hasta que se lo arrebató el Empire State.
Chrysler tuvo ahí su sede corporativa hasta mediados de los años 1950. Actualmente es propiedad del fondo soberano de Abu Dabi y del promotor inmobiliario Tishman Speyer. El The Wall Street Journal informa de que han contratado a la firma CBRE Group para que saque la propiedad al mercado y le busque la misma suerte del edificio sede del Waldorf Astoria, unas calles hacia el norte.
La gran pregunta es cuánto vale el rascacielos. No son pocos los expertos del mercado inmobiliario en la ciudad que auguran que el Abu Dabi Investment Council tendrá complicado recuperar los 800 millones que desembolsó hace una década por el 90% de la propiedad. Eso fue justo antes de que se derrumbara Lehman Brothers y con su caída desplomara el valor de los inmuebles.
La esperanza de los dueños es dar con un inversor que de más importancia tener en propiedad uno de los edificios más reconocidos del mundo, que protagonizó películas como Spider Man, Men in Black o Independence Day. El gran reto para el nuevo propietario, sin embargo, estará dar con los técnicos y las herramientas de hace un siglo que se necesitan para que siga operando.
El momento del anuncio es también complicado, porque el mercado inmobiliario en Nueva York empezó a tocar techo hace un año. La desaceleración de la economía china, la volatilidad en Wall Street y el incremento del coste en los créditos crean tensión. Pero Manhattan es una especie de puerto seguro para los inversores. La cuestión es cómo se consigue que la propiedad sea atractiva y rentable.
El Empire State Building se embarcó antes de la crisis en un ambicioso proyecto de modernización de la estructura, para así reducir costes operáticos y poder adaptarla a las necesidades de nuevos inquilinos como LinkedIn o Expedia. Y para dotarse de liquidez para completar la reforma y dar visibilidad a la inversión, la sociedad que lo gestiona decidió debutar en el New York Exchange.