Sociedad

La actriz española que triunfa en todos los países menos en España

Laia Costa (Barcelona, 1985) nunca fue una de esas niñas que ensayan el discurso de aceptación del Oscar delante del espejo. Su pasión no era la interpretación, sino el baloncesto, y cuando le llegó la hora de elegir carrera, se decantó por la publicidad. Trabajaba de ejecutiva de cuentas en una agencia cuando se apuntó a un curso de interpretación para ocupar las tardes; resultó ser una de esas decisiones aparentemente intrascendentes que cambian por completo el curso de una vida. “Yo no crecí pensando que ser actriz podía ser una profesión, en mi colegio ni siquiera había Bachillerato Artístico», cuenta por teléfono a EL PAÍS desde Miami, donde reside. «Me acuerdo hasta de la fecha exacta en la que decidí darme un tiempo para probar la actuación: era el 8 del 8 del 2011, e iba con mi chico conduciendo de Barcelona a Madrid porque me habían dado un papel para una serie diaria y había hablado con mi agencia para pedir un año fuera del trabajo”. A aquella serie —Bandolera, de Antena 3—, le siguieron papeles en Pulseras RojasTengo ganas de ti o El tiempo entre costuras. “Estuve dos años trabajando sin parar como actriz, pero cuando me preguntaban a qué me dedicaba seguía diciendo que era ejecutiva de cuentas. Creo que no me consideré actriz hasta después de Victoria;con esa película entendí qué significaba contar historias”.

Filmada en Berlín en un único plano secuencia y con diálogos improvisados, Victoria (2015) arrasó en los premios del cine alemán aquel año. A Laia Costa su actuación le valió un Lola (el equivalente a los Goya) a la mejor actriz, además de una nominación a los Premios del Cine Europeo y a los Bafta en la categoría de estrella emergente. Pero, sobre todo, le abrió a esa absoluta desconocida las puertas de una industria que tres años después ya no se le resiste. En 2018 ha estrenado cuatro películas independientes, y el 4 de enero llega a los cines españoles la primera del 2019, Como la vida misma, un drama coral con Oscar Isaac, Olivia Wilde y Antonio Banderas.

Ella comparte con el malagueño gran parte de sus escenas. “Aquello de ‘no quieras conocer a tus ídolos porque se van a caer del pedestal’ con Antonio no funciona. El día que llegué al rodaje él estaba cenando en el mismo restaurante que yo. Pensé: ‘No actúes como una fan, mantén la compostura, sé profesional…’. Pero entonces vino él a decirme que había seguido mi carrera. Era el mundo al revés”, recuerda. La película, que es de las que no dejan un ojo seco en la sala, está dirigida por Dan Fogelman, creador de la aclamada serie This is us. “Dan buscaba que la gente saliera del cine queriendo ser mejor persona”, apunta la actriz.

Probablemente fue un impulso parecido lo que llevó a Costa a posar con la frase “Yo sí te creo” escrita en el brazo en el estreno en Los Ángeles de la película Duck Butter en abril. “Me sentí muy impotente cuando empecé a seguir el juicio de La Manada; incluso comencé a practicar boxeo para canalizar la frustración. El día del estreno me planteé si quería aprovechar la alfombra roja para decirlo, si iba a crear algún impacto, si iba a suponer alguna diferencia. Intenté pensar qué era lo mas correcto, pero fue un sentimiento de estómago lo que se impuso”, explica.

La alfombra roja, asegura, no la disfruta “nada”. “En los Bafta una estilista me explicó: ‘Tienes dos opciones: puedes ser tú misma o jugar el juego’. Acabé llevando un traje de chaqueta y pantalón que era lo que más me gustaba, y que no era jugar al juego que ellos querían. Pero creo que yo lo puedo afrontar de otra manera porque soy una mujer adulta, he tenido otra vida antes de esto y me tomo la distancia necesaria para no dejar que me agobien las cosas que no tienen que ver con mi profesión”.

También asegura sentirse cómoda fuera del radar mediático, y el hecho de trabajar más en el extranjero que en España lo achaca simplemente a una cuestión de tiempos: “Con Victoria, recuerdo que solo EL PAÍS recogió la noticia en el mismo Festival de Berlín. Cuando me llamó The New York Times para destacar mi actuación como una de las cuatro mejores de ese año, en España ni siquiera había salido la noticia. Y cuando por fin llegó, yo ya tenía la agenda un poco ocupada”. Esa dinámica podría cambiar por fin en 2019: “Tengo un proyecto en España que me hace muchísima ilusión con una directora a la que le tenía muchas ganas”.

En su vida personal, Costa considera a su marido, David, “mi regalo para este proyecto de vida”. Él ocupa un alto cargo en una multinacional y no tiene nada que ver con la industria del espectáculo, lo que a Laia le ayuda a no perder la perspectiva: “Hace 13 años que estamos juntos. Nos conocimos en la universidad cuando yo no era actriz, y ha vivido esto conmigo desde el primer día. Él me hace de pies”. Y comparte una metáfora con la que él explica el momento que están viviendo: “Él dice que yo soy como un globo. Cuando ruedo, tengo que volar para explorar lo que ese proyecto pide de mí, pero a veces me cuesta un poco volver a la Tierra. Y él me hace de cuerda. Me dice: ‘Vete hasta la Luna, hasta Plutón, hasta donde quieras, y cuando acabes me avisas’. Y entonces va tirando del hilo hacia abajo y yo voy volviendo a mi casa, a mis gatos, a nosotros, a la vida real”.