España logra una pequeña victoria en seguridad vial. El primer balance del año desvela un descenso de las víctimas: 1.180 personas se dejaron la vida en las carreteras en 2018, frente a las 1.198 de 2017. La bajada apenas es del 1,5% y está lejos del mínimo de 1.131 de 2015, pero abre la puerta a un cambio de tendencia tras dos años al alza y un estancamiento previo, según ha destacado este jueves el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, que ha advertido: «Tampoco vamos a tirar las campanas al vuelo, hay muchas cuestiones para preocuparnos».
«¿Hay un posible cambio de tendencia?». La pregunta, que ya sobrevuela en un sector que ha vivido desolado el aumento de las víctimas durante los últimos años, se la ha hecho este jueves mismo el ministro y la ha plasmado Interior en una nota de prensa. Pero la respuesta deberá esperar a que 2019 confirme si continúa el descenso de fallecidos, como ha reconocido el propio Marlaska, que se ha mostrado optimista durante la rueda de prensa que ha ofrecido para presentar el balance junto al actual director de la DGT, Pere Navarro: «Después de dos años aumentando el número de fallecidos por accidente de tráfico, se ha conseguido frenar la siniestralidad, lo que podría indicar que estamos ante un punto de inflexión y cambio de tendencia».
En ese sentido, el ministro ha recordado que «tras un verano atroz», la siniestralidad descendió un 9,5% durante los últimos cuatro meses del año, registrándose 40 fallecidos menos que en el mismo periodo del ejercicio anterior. Y, además, según ha insistido, a la caída del total de muertos se suma una bajada del número de heridos graves: se pasa de 4.885 en 2017 a 4.515 en 2018, lo implica 370 hospitalizados menos (-7,6%).
Pero el documento de este jueves, que se presenta en enero de cada año, recoge solo el número provisional de fallecidos en accidentes de tráfico en vías interurbanas durante las 24 horas posteriores al siniestro. A mediados de año se publicará un segundo informe donde ya se incluyen también todos los muertos en las ciudades y durante los 30 días posteriores al accidente. Por ello, Pere Navarro, que ha ofrecido su primer balance anual tras volver a ponerse al frente de la DGT después de que Mariano Rajoy lo destituyera en 2012 tras llegar a La Moncloa, se ha mostrado más comedido y ha hecho hincapié en que, además, «en seguridad vial, nunca hay buenos datos»: “Hay malos o muy malos».
Es más, el informe difundido este jueves revela algunas cifras que preocupan en el seno de la DGT: los fallecidos en autovías y autopistas han aumentado un 8,2%, hasta los 318 en 2018, frente a los 295 de 2017; el número de peatones muertos se disparó hasta los 135, un 48,8% más que los 91 de hace dos años; y 12 personas que perdieron la vida encima de una motocicleta o ciclomotor no llevaban casco, en comparación con los 2 de 2017 —además de que otras 147 víctimas no llevaban puesto el cinturón de seguridad—.
«Exigimos a la DGT que redoblen los esfuerzos para tomar medidas eficaces que reduzcan las muertes y víctimas en carretera. Hemos perdido mucho tiempo con la inmovilidad de la DGT en etapas anteriores», apunta Francisco Canes, presidente de la asociación de víctimas DIA, que advierte de que, si no se hace, el posible cambio de tendencia puede quedar solo «en un espejismo».
Críticas al PP
El ministro ha aprovechado la cita de este jueves para deslizar, a su vez, una crítica a la administración anterior, cuando el Gobierno del PP achacaba el aumento de los fallecidos al incremento de la movilidad vial, al alza del número de conductores y al envejecimiento del parque móvil. Según ha repetido Marlaska, todos esos factores han continuado en 2018, pero se ha logrado reducir los muertos. «[La bajada] depende de quienes nos ponemos al volante», ha subrayado Marlaska, que ha defendido la política impulsada por Navarro de centrar la labor de la DGT en materia de educación. «Hemos empezado a hablar de seguridad vial para meterla en la agenda. Y eso fue importante para cambiar [la tendencia]», ha analizado el responsable de Interior, que ha recordado que el Gobierno ya decidió también el pasado mes reducir la velocidad máxima en las carreteras secundarias —donde se registra el 74% de los fallecidos en vías interurbanas— a 90 kilómetros por hora con el objetivo de tratar de rebajar más esa cifra. Una medida que entrará en vigor el 29 de enero, según ha anunciado.