La negativa de los médicos de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid a dar un tratamiento homeopático a instancias de la familia a un joven en coma —una decisión sancionada después judicialmente— no cierra un debate que sale de lo científico.
Desde un punto de vista médico no hay dudas: el facultativo es el responsable de decidir qué recibirá el enfermo. Pero hay un argumento que deja abierta una rendija: podían haber accedido por razones humanitarias. “Si el equipo médico se hubiese acercado a la familia con compasión y humanidad, el asunto se habría resuelto”, opina Jacinto Bátiz, médico de paliativos y referente en deontología de la Organización Médica Colegial (OMC). “Más allá del hecho de que se quisiera dar un tratamiento homeopático, se abre un debate ético entre el derecho de la familia a intentar darle lo mejor al joven y el de los profesionales que deben velar porque se le dé lo mejor dentro de lo que está probado”, dice Gonzalo Fernández Quiroga, médico y presidente de la Asamblea Nacional de Homeopatía. Pero la apelación a la humanidad no figura en las leyes que regulan la profesión médica.
Fernández Quiroga afirma que en “esas circunstancias no se puede imponer cualquier tipo de terapia porque uno lo piense”. Con ello rechaza lo sucedido. Según el relato de los progenitores, la familia estaba muy afectada porque lo que se suponía que iba a ser una operación casi de trámite, una apendicitis, terminó en una situación muy grave: un coma. Con esa carga de estrés, un familiar del joven entró en la UCI con los frascos de los productos —tres preparados homeopáticos y uno de vitamina C— para que se los inyectaran al enfermo. Los médicos se negaron ya que desconocían lo que era y no lo consideraban adecuado, y acabaron llamando a la policía para que se llevara a los familiares. El padre se fue a los juzgados de la plaza de Castilla de Madrid para pedir que les dejaran aplicar el tratamiento que consideraban adecuado.
“Es una situación dramática”, afirma Fernández Quiroga. Y propone que, “dado que la medicina tradicional ya no tiene alternativas para el joven, se podía haber llamado a expertos en homeopatía para acordar un tratamiento adecuado que tuviera una justificación científica y que se podía haber administrado como un uso compasivo”. Este se aplica con los medicamentos científicos y consiste en suministrar a un paciente sin otra alternativa otros productos de los que haya indicios que funcionan, aunque no hayan acabado los ensayos o se hayan aprobado con otras indicaciones.
Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España y profesor de Derecho Constitucional en ICADE, es el más tajante: se debería haber admitido la administración de la homeopatía “por compasión hacia unos padres que, aunque posiblemente equivocados, solo buscan salvar a su hijo sin hacerle daño”. Claro que en ese caso, aunque la jueza hubiera dado la razón a la familia, “los médicos no están obligados a darlo si creen que no aporta nada al hijo”. “Los médicos disponen de la libertad profesional para negarse a dar un tratamiento en el que no creen y que además no cubre el sistema público. Otra cosa es que los padres pidan el alta, que este no afecte a la salud del hijo y que lo trasladen sin riesgo a dónde alguien esté dispuesto a darles dicho tratamiento”, añade Montalvo. Algo parecido a lo que ha sucedido. El joven llegó el jueves por la noche a Albacete, donde sigue en estado crítico y los médicos están intentando reducirle el edema cerebral, según han relatado sus familiares, informa Francisco José Barroso.
El debate llega a la cúpula de la OMC. Jerónimo Fernández Llorente, tesorero de esa institución y a cargo del observatorio para las seudociencias de la entidad colegial, afirma que no cree que se hubiera debido ceder a las demandas de la familia. “Desde un punto de vista científico, sería un fraude utilizar estos tres compuestos sin evidencia alguna”, afirma. Y “desde un punto de vista ético, el Código Deontológico es claro, y los profesionales han actuado como se exige”, añade.