Donald Trump ha decidido no esperar más y comenzar la retirada de las tropas estadounidenses en Siria al dar por derrotado al grupo terrorista autodenominado Estado Islámico. El repliegue, que el presidente promete desde antes de llegar a la Casa Blanca, genera recelos dentro del propio Pentágono, que teme un rebrote terrorista y una mayor influencia iraní en la zona. Después de siete años y medio millón de muertos, la guerra civil siria sigue siendo un polvorín, con múltiples frentes abiertos, y un adiós de Washington deja varios interrogantes.
La de Siria será la crónica de una retirada anunciada, anunciada hasta la saciedad por el presidente estadounidense hasta que finalmente se produzca. El demócrata Barack Obama llegó al Despacho Oval en 2009 con la promesa de terminar los combates en Afganistán e Irak y se marchó sin haber podido desembarazarse de ambos conflictos. Trump no quiere que este sea el caso. Fuentes anónimas del Departamento de Defensa informaron este miércoles de que el Gobierno está planeando la retirada inmediata y total de los aproximadamente 2.000 soldados desplegados en el territorio, una medida polémica en Washington, pero que el propio presidente se encargó de confirmar de forma implícita en su cuenta de Twitter: “Hemos derrotado al ISIS en Siria, la única razón por la que estar allí durante mi presidencia”, escribió.
No hay, sin embargo, información clara sobre la fecha o la progresividad de este repliegue. La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, explicó en un comunicado que algunas tropas ya han empezado a regresar a casa en el marco de una “transición hacia la siguiente fase de esta campaña”. Mientras, un portavoz del Pentágono resaltó que por el momento el Ejército sigue trabajando con sus socios en la zona. «La coalición ha liberado el territorio en manos del ISIS, pero la campaña contra el ISIS no ha acabado», dijo. El asunto había aparecido a primera hora de la mañana en The Wall Street Journal, que avanzó la retirada de los efectivos en el nordeste de Siria, donde, junto con la zona del norte central, bajo control kurdo, se concentra la mayor parte del despliegue estadounidense desde 2015. Después, fuentes de Defensa informaron en distintos medios de que la decisión ya estaba tomada o en consideración, aunque los bombardeos contra el Estado Islámico continuarían.
La diferencia de matices y la falta de precisión temporal refleja, sobre todo, la división que existe en la Administración. También critican la medida varios halcones republicanos en el Congreso, como Marco Rubio o Lindsey Graham, que lo calificaron de «error colosal». Altos cargos del Pentágono temen que una retirada de las tropas sirva para que Irán y Rusia ganen influencia en la zona y que aliente el rebrote del ISIS, ya que, si bien el califato fundado por Abubaker al Bagdadi ha sido derrotado, miles de yihadistas permanecen en el desierto fronterizo entre Siria e Irak. Además, la retirada estadounidense deja en peligro a las milicias kurdas, socias del Ejército estadounidense y las milicias árabes en esta contienda a través de la alianza (Fuerzas Democráticas Sirias). Turquía considera terroristas a estos grupos kurdos, que controlan un tercio de Siria.
El pulso interno de Washington ya resultó evidente el pasado mes de abril. “Quiero salir. Quiero traer a nuestras tropas de vuelta a casa, empezar a reconstruir nuestra nación”, dijo Trump, y aseguró que la decisión era inminente. Al día siguiente, sin embargo, la Casa Blanca matizó que la presencia militar estadounidense se mantendría mientras se acababa con la “pequeña presencia del ISIS” aún presente en la zona.
Hoy Trump sí ha considerado definitivamente derrotado al Estado Islámico en Siria, pero el propio jefe del Pentágono lo ve de un modo diferente. El pasado septiembre, en declaraciones a la prensa, advirtió de que “librarse del califato no significa decir a ciegas ‘Vale, nos hemos librado’, marcharse y entonces preguntarse por qué vuelven”.
Independientemente de la fecha o la gradualidad, las declaraciones de este miércoles evidencian que a las tropas estadounidenses les queda un tiempo muy limitado en Siria, pese a los dos ataques que Trump ha llevado a cabo contra el régimen de Bachar el Asad, en 2017 y en 2018, como respuesta a supuestos ataques químicos contra la población. Washington ha dejado claro que su objetivo no es derrocar a El Asad, sino el ISIS, y que quiere hacer ya las maletas.