Un holandés de 36 años ha sido multado en Róterdam por acoso verbal de índole sexual. Es la primera sanción de su clase en Holanda, que penaliza los silbidos ofensivos, insultos, intimidación o groserías en las calles de la ciudad portuaria, y también en Ámsterdam, por orden de sus Ayuntamientos. Dirigidos en especial hacia mujeres, gais, lesbianas y transexuales, la multa asciende a 200 euros. El varón no tendrá que pagarlos siempre que no reincida en los dos próximos años. El juez ha tenido en cuenta los problemas personales del sujeto y el hecho de que está endeudado.
“Hola chicas. Sois muy guapas. ¿Qué hacéis?”. “Cielo ¿ya te vas? Quédate un rato conmigo”. “Preciosa, eres muy atractiva”, dijo el pasado verano el sancionado, a sendos grupos de mujeres. Primero las seguía, y luego se sentaba a su lado haciendo gestos de lanzar besos con la mano. Durante el juicio, él ha dicho que está soltero y le gustaría tener una novia. Por eso intentaba entablar una conversación con las desconocidas. “Solo eran cumplidos. No sabía que fuera un delito. No tenía mala intención”, aseguró, en su defensa.
Desde que Ámsterdam y Róterdam penalizaran en 2017 este tipo de acoso verbal callejero, ocho reclamaciones habían llegado a los tribunales sin consecuencias. En esta ocasión, la fiscalía decidió ejercer la acusación, “para advertir de que la normativa municipal va en serio”. Las multas pueden ascender a 4.100 euros o tres meses de cárcel, y las denuncias pueden hacerse a su vez a través de una aplicación para teléfono móvil, denominada StopApp. Antes de optar por las multas, ambos Consistorios abrieron una investigación para averiguar la frecuencia y grado de intimidación sexual registrados.
La Universidad Erasmus, de Róterdam, se ocupó de la suya, y los expertos entrevistaron a 1.200 mujeres entre 18 y 45 años. Si bien las conclusiones subrayaban que “se trata de una zona gris, pues lo que para una persona es acoso para otra puede ser inofensivo, un 94% dijo haber sido objeto de intentos de acercamiento no deseados de tinte sexual”. El detalle de las respuestas reflejaba desde silbidos o cumplidos fuera de lugar, insultos (como ´zorra´ o ´puta´) comentarios sobre su aspecto o peticiones directas de sexo. En algunos casos, citaron tocamientos e incluso asaltos. En Ámsterdam, el sondeo (de una muestra de 1.000 mujeres) señaló que el 59% había sufrido episodios de esta índole. Entre 15 y 34 años, “8 de cada 10 aseguraron haber sido objeto de insinuaciones y silbidos ofensivos, o bien recibido insultos si rechazaban los avances de desconocidos”. Para no conculcar la libertad de expresión, se optó por dictar normas de ámbito local destinadas a penalizar la alteración del orden público y las molestias que ello ocasiona.