Sociedad

El asesino de Laura Luelmo limpió con lejía su casa para eliminar las pruebas del crimen

En los múltiples registros que los equipos de Inspección Ocular de la Guardia Civil han realizado en la vivienda del asesino confeso de la joven profesora de 26 años Laura Luelmo ha quedado constatado que Bernardo Montoya, su vecino de enfrente, de 50 años, recién salido de la cárcel, trató de borrar todas las pruebas que le incriminaban como autor de su muerte. Limpió toda la casa y sus propias ropas con lejía y se deshizo de todos los enseres de su víctima y de su propio cuerpo trasladándolo en su coche, un Alfa Romeo oscuro.

Pese a esos intentos de eliminar las huellas de su último y brutal crimen —ha pasado media vida en prisión y cuenta con una retahíla de antecedentes, incluidos delitos de sangre—, los expertos de la Guardia Civil han hallado «abundantes restos de sangre en esa vivienda» de El Campillo (Huelva) en la que presuntamente acabó con la vida de Laura Luelmo y la agredió sexualmente, tal y como recoge la autopsia y en contra de la declaración que realizó ayer el detenido en dependencias policiales y delante de su abogado.

La profesora tan solo llevaba instalada tres días en esa casa, alquilada a una de sus compañeras del instituto Vázquez Díaz, en Nerva (a 8 kilómetros), donde había encontrado su primer trabajo como docente en la especialidad de Dibujo. Montoya, llevaba menos de dos meses instalado en la que fuera la casa de sus padres, justo enfrente, tras salir de la cárcel el pasado 22 de octubre. Su última condena fue de dos años y nueve meses por un robo con violencia.

Pese a que ha mentido de manera patente en su confesión y que no ha querido colaborar con los investigadores para dar con el teléfono móvil y los enseres de su víctima, los agentes han encontrado también el monedero y las llaves del coche y de la casa de la joven dentro de una bolsa en las inmediaciones del cementerio de El Campillo. Y también la manta donde presuntamente la envolvió después de agredirla y que usó para transportarla en su coche hasta el paraje de Las Mimbreras, a escasos cinco kilómetros del pueblo (2.000 habitantes) donde abandonó su cuerpo y donde el pasado lunes fue encontrado con visibles signos de violencia. En su coche, que en estos momentos están inspeccionando también los especialistas de la Guardia Civil, también han aparecido «restos biológicos que podrían pertenecer a la chica», según fuentes próximas a la investigación.

El teléfono móvil de la joven sigue sin aparecer, aunque su última señal marca un punto a nueve kilómetros del lugar donde hallaron su cuerpo. Pero la multitud de pruebas incriminatorias acumuladas por los investigadores podrían ser suficientes para que la juez lo enviara a prisión mañana viernes, cuando está previsto que pase a disposición judicial tras cumplir las 72 horas máximas de retención que permite la Ley.