Un manifestante de los chalecos amarillos ha muerto este jueves en Aviñon, en el sureste de Francia, atropellado por un camión a la salida de una autopista, según ha informado esta mañana la fiscalía de la ciudad. «El conductor está en detención preventiva. La víctima tenía 23 años», ha indicado la vicefiscal de Aviñón, Caroline Armand. Se trata de la sexta víctima mortal desde el inicio de las protestas de los chalecos amarillos el pasado 17 de noviembre.
El accidente se ha producido en la madrugada de este jueves en una salida de la autopista A7, según el relato de la vicefiscal de Aviñón. El conductor del camión, que según los primeros elementos de la investigación es de nacionalidad polaca, está siendo interrogado, según fuentes judiciales.
El movimiento, que ha cobrado gran relevancia mediática en los últimos días tras una serie de manifestaciones violentas en París, ha dejado seis víctimas, en todos los casos por accidentes en los bloqueos de carreteras. La primera víctima se produjo el 17 de noviembre, durante el primer sábado de movilización, cerca de Pont-de-Beauvoisin, en el este del país, cuando un manifestante fue arrollado por un conductor víctima del pánico.
Dos días más tarde fue un motorista quien falleció tras ser arrollado por una furgoneta y en la madrugada del pasado día 2, en el segundo fin de semana de protestas, un conductor chocó contra un camión en Arles, en el este del país. Además, una mujer de 80 años falleció días después de haber sido herida por una granada lacrimógena en Marsella. Y el pasado día 10 de diciembre una veinteañera murió al chocar su coche contra un camión.
El pasado sábado miles de chalecos amarillos volvieran a salir a las calles de París y de otras ciudades francesas para expresar su «hartazgo» ante el Gobierno de Emmanuel Macron que, afirman, está «desconectado» de un «pueblo» que no hace más que ver cómo se degrada su nivel de vida.
Solo unos días después, el presidente francés anunció una serie de medidas para aplacar la cólera ciudadana —aunque no está claro que las protestas vayan a terminar—, como un aumento del salario mínimo en 100 euros mensuales, la exención de impuestos y contribuciones sociales a las horas extra, una prima fin de año libre también de impuestos o la reducción de la CSG, un impuesto para financiar la protección social para los jubilados con una pensión menor a los 2.000 euros al mes. El Gobierno confirmó este pasado martes que los anuncios le costarán a las arcas públicas hasta 10.000 millones de euros.
Los chalecos amarillos —la revuelta sin líderes que tiene por emblema la prenda fluorescente obligatoria en los automóviles— comenzaron a movilizarse en noviembre. Se oponían al encarecimiento del carburante, que lograron detener. La protesta se amplió a la reivindicación de un aumento del mermado poder adquisitivo. Acompañada de manifestaciones que degeneraban en disturbios, amplió el programa hasta exigir la dimisión de Macron.