Sociedad

¿Qué hacer ante la rotura del ligamento cruzado anterior?

rotura del ligamento cruzado anterior

Una de las lesiones más frecuentes en la rodilla es la rotura del ligamento cruzado anterior. Este ligamento que actúa como un tensor, es muy importante para la estabilidad y la rotación al desplazarse, manteniendo la articulación en su puesto entre el fémur y la tibia. Al no cicatrizar solo y si persiste la dolencia, es necesario practicar una cirugía para repararlo.

Una lesión que debe tratarse con cuidado

Ocurre mucho entre quienes practican deportes por un giro demasiado forzado de la rodilla. De ahí, la importancia de tratar con sumo cuidado el ligamento cruzado anterior, porque este es uno de los estabilizadores de la rodilla. Cuando se concreta la lesión, los pacientes advierten que la rodilla se les mueve de su sitio y posteriormente lo que se registra son dolores muy agudos.

Otras características que señalan que se ha roto el ligamento es la hinchazón en la rodilla e incluso, el sonido que se oye en la zona. Pero lo peor de todo es que el paciente no podrá apoyar el pie porque tiene dolor y ni mucho menos, doblar la rodilla. Es por eso que el paciente, inmediatamente tiene que tomar medidas y acudir a su médico de confianza para tratar de manera adecuada este esguince, muy frecuente entre quienes practican deportes como el fútbol, el tenis y el esquí.

Lo primero que hay que hacer cuando ocurra esta lesión es dejar quieta la rodilla e inmovilizar la zona para trasladarse al hospital o clínica más cercana, y buscar la atención del especialista para descartar una fractura y proceder a desinflamar el área. Hay médicos que recomiendan no hacer la cirugía de inmediato porque puede ser contraproducente, al correr el riesgo de dejar una rigidez en la rodilla que sea mayor a la habitual.

Cuando la rodilla ya no tenga hinchazón, tenga movilidad total y dejen de persistir los síntomas de dolor, es cuando se programa la cirugía.

No todos los pacientes necesitan operarse. Si se trata de personas mayores de 40-45 años pueden cumplir una rehabilitación especial y recuperarse de la lesión, cumpliendo al pie de la letra el tratamiento que le asigne su médico.

Diagnóstico completo y cirugía

Al presentarse un caso de rotura de ligamento cruzado anterior, es vital que el médico conozca todos los detalles de cómo se produjo la lesión y cómo se siente el paciente, para revisar la rodilla para descartar que tenga inestabilidad. También es prudente realizar las radiografías y las resonancias magnéticas necesarias en la zona de la lesión por si acaso se registra cualquier fractura.

Para proceder a la cirugía, el paciente recibirá una anestesia general. El tejido que se colocará para reemplazar el ligamento cruzado anterior será del propio cuerpo del paciente como un injerto que se toma del tendón de la corva o de la rótula, en el área posterior de la rodilla. Si proviene de un donante, se trata de un aloinjerto.

La cirugía que habitualmente se practica es una artroscopia de rodilla, que es una operación muy delicada, donde el cirujano utiliza una pequeña cámara a través de una diminuta incisión dentro de la rodilla, donde el médico reparará los daños que encuentre y sustituirá el ligamento cruzado anterior. Hoy gracias a la tecnología, el cirujano puede ver a través de la cámara que va conectada a un monitor y ejecutar la operación con mucha seguridad, revisando todos los ligamentos y tejidos en la zona de la lesión.

Rehabilitación

Posterior a la cirugía se produce la rehabilitación, colocando una férula detrás de la rodilla para inmovilizarla durante cuatro semanas. El paciente en este tiempo se desplazará con muletas las dos primeras semanas, combinadas con ejercicios suaves para empezar a dar movilidad al área.

En el segundo mes, tendrá actividades de movilidad con poco peso, para en el tercer mes aumentar el peso y hacer ejercicios. En el cuarto mes de recuperación podrá hacer sentadillas y trotar en línea recta, rutinas que se harán más complejas a medida que pasa el tiempo para lograr una recuperación total, que se dará cuando el paciente cuente con el 85% de la fuerza respecto a su otra pierna, siguiendo siempre las indicaciones de su médico.