A menudo vemos como los deportistas se muestran eufóricos cuando todo les va saliendo bien en un partido o en una competición, derrochan alegría, lloran, se lanzan al suelo, abrazan a sus compañeros, saludan a su público y en cierto modo es como si se liberarán de una carga emocional muy pesada, que cargaban sobre sus espaldas. Y en efecto, así es.
Por supuesto que si los resultados no han sido los esperados, lo que les espera es un sentimiento de frustración, además de todo el agotamiento físico debido a los continuos y exigentes entrenamientos previos y agotamiento mental. En ambos casos, se necesita una buena preparación psicológica que vaya de la mano de un profesional en la materia.
Psicología aplicada al deporte
El primer aliado con el que cuenta el deportista es su entrenador, ya que es el encargado de todo lo que concierne a la preparación física, fijación de horarios de entrenamiento, adaptar las rutinas de ejercicio, cambiar lo que no está generando los resultados esperados, recomendar una alimentación adecuada y todo aquello que le conduzca a obtener el máximo rendimiento.
Sin embargo, la preparación psicológica tiene mucha importancia también, ya que detrás de un régimen de entrenamiento físico hay mucha tensión. En opinión de la psicóloga deportiva, Sara Ramírez de Arellano, la ayuda profesional de un psicólogo se hace imprescindible, cuando el deportista se siente agobiado por la responsabilidad o bloqueado por la ansiedad.
Digamos que el entrenador tiene entonces un rol bien definido en cuanto a la preparación física de sus deportistas, donde su responsabilidad es que éstos consigan los mejores resultados, para que las intensas jornadas al final merezcan la pena. Sin embargo, también es necesario que combinen sus conocimientos como entrenador con una buena dosis de psicología.
¿Y por qué decimos esto?
El deportista necesita de un profesional que le apoye no sólo en su rendimiento sino que lo motive, lo escuche y comprenda cuando pasa por un momento difícil. Es una persona, como cualquier otra, que necesita sentir que es valorado como tal y que su esfuerzo es tomado en cuenta.
Un buen entrenador, que suma la experiencia a su trayectoria profesional, debe saber que sus deportistas necesitan saber que tiene en ellos confianza para que en la pista actuen libremente y pongan en práctica todo lo que han desarrollado fuera, como equilibrio, habilidades, estrategias, etc. Al final van a rendir mucho más si se sienten seguros de sí mismos.
Errores comunes en los entrenadores
Es muy fácil ceder ante la presión de un partido o competición deportiva, momentos antes de comenzar o tras los intervalos, algo que hace que se cometan ciertos errores que pueden tener un efecto negativo en los jugadores. Entre los errores más comunes podemos citar:
- Ofrecer un gran número de recomendaciones. Esto confunde y satura la mente del deportista que está concentrado en otra cosa.
- Realizar llamadas de atención de manera ofensiva.
- Manifestar desconfianza y decepción.
- Hacer comparaciones negativas.
- Restar valor al esfuerzo del jugador.
- Gritar.
- Mostrar enojo.
- Ser poco tolerante a las equivocaciones.
Lo más recomendable antes de cualquier competición, es transmitir confianza y calma, hay que hacerle saber al deportista que ha llegado la hora de demostrar todo lo que ha aprendido y que sabes, como entrenador, que lo va a hacer muy bien. Esto les va a dar el valor necesario para salir seguros a la cancha.
De igual forma y cuando se trata de un caso de extrema desmotivación, que no reacciona ante ninguno de los estímulos positivos del entrenador, se recomienda la intervención de un psicólogo deportivo, quién cuenta con las herramientas necesarias para sacarlo adelante.
¿Sabemos que hay detrás de un deportista?
Detrás de esa imagen de seguridad, alegre y triunfadora hay una persona que lleva a cuestas una carga muy pesada producto de inseguridades, cansancio, estrés y ansiedad, lo cual produce miedos y pensamientos negativos indeseables y muy difíciles de controlar.
Por ejemplo, la ansiedad se manifiesta de muchas formas ya que el organismo percibe que hay una especie de amenaza y en consecuencia reacciona ante ella generando molestias de todo tipo cuyo origen es detectable con ayuda profesional. Si te interesa el tema puedes ampliar información aquí.
Un pequeño error de concentración en un partido puede desencadenar un nivel de ansiedad tal, que al deportista le resulta imposible volver a retomar la concentración y la seguridad en sí mismo para poder remontar en el partido, algo que ocurre de hecho con mucha frecuencia en los deportistas de alto rendimiento.
¿Cuántas veces no hemos visto a un profesional de alto nivel, reconocido, premiado muchas veces por su trabajo, cometer un error en una jugada y a partir de allí se le nota errático, desconcentrado y frustrado? ¿Acaso esto es consecuencia de toda esa presión que lleva a cuestas y debido al compromiso adquirido consigo mismo, con su entrenador y con sus seguidores?
Probablemente sí y es en estos casos donde queda una clara evidencia de que hay dificultades para manejar el estrés y la ansiedad, donde se hace imprescindible el apoyo psicológico que permita al deportista aprender a controlar estas situaciones de tensión y salir airoso en cada competición, independientemente de que sea el ganador o no.
Seguramente muchos de nosotros hemos notado como jugadores de cualquiera de las disciplinas deportivas existentes, realizan una especie de ritual cada vez que van a realizar una jugada importante, se balancean, mueven los hombros, la cabeza, se estiran, mueven las piernas, dan brincos y hacen todo tipo de movimientos . Todo esto es producto de los nervios y son cosas que hacen de forma automática, sin ser conscientes de ello.
Pero no perdamos de vista que el deporte siempre va a ser beneficioso tanto para el cuerpo como para el cerebro, siempre y cuando sea practicado y llevado de la forma correcta, es decir, sin excesos, con buena alimentación, con apoyo psicológico y prestando atención al estado anímico del deportista para dar la ayuda correspondiente.
Una persona que practica deporte contribuye a la formación de nuevas neuronas, goza de buen ánimo debido a la producción de endorfinas, mejora su capacidad de concentración, reduce el estrés, etc.