Para comprender el yo y el superyó debemos entender las tres dimensiones de la personalidad fundamentadas por el padre del psicoanálisis Sigmud Freud en la que, efectivamente se encuentran estas dos, además del ello. Considerando que fue una mente brillante e innovadora, uno de los legados que nos dejó fue la interpretación de la conducta humana y una de ellas es precisamente la organización de la personalidad.
Aunque fueron múltiples las teorías desarrolladas por el psicoanalista, nos concentraremos precisamente estos conceptos –ello, yo y superyó– como base de la teoría del psicoanálisis a partir del cual intentaremos explicar brevemente el funcionamiento de la pisques humana.
Freud y el funcionamiento psíquico humano
Una de las principales cosas que debemos tomar en consideración es que Sigmund Freud considera que todos somos enfermos mentales en grados diferentes. Aunque estudie la mente humana enferma llegó a conclusiones válidas para todos los seres humanos estén o no enfermos.
Una de las cosas que estudia para lograr entender el funcionamiento de la pisques humana analiza, antes que nada, cuál es el origen de la energía psíquica. A continuación mencionaremos algunas de ellas.
La libido
La libido es, en términos generales, el deseo sexual. Freud estudia cómo es la libido –deseo sexual- por cada uno de nosotros y cómo ésta determina el inicio de la energía psíquica.
Las pulsiones
Las pulsiones son una serie de instintos que nos llevan hacia la destrucción o hacia la superveniencia. De acá que sean sus nombres pulsión de Eros (Forma de entender el instinto de supervivencia, viene a ser la pulsión de vida) y pulsión de Tánatos –El nombre fue tomado de la mitología griega- (momento morbosos, la agresividad, pulsión de muerte).
Nuestra tendencia natural se da hacia la pulsión de Eros (tomado de la mitología grieega), pero también hacia la violencia y la agresividad. Sin el instinto agresivo no hubiéramos sobrevivido en épocas remotas como el paleolítico en el que teníamos que cazar y matar animales para sobrevivir.
Consideración económica
Las consideraciones psicológicas de Sigmund Freud nos dice cómo se reparte tal energía psíquica. Esto lo hace a partir de dos principios fundamentales, tales como:
Principio de placer
Al satisfacer una necesidad, nos dice Sigmund Freud, obtenemos placer a cambio de ello. Tal principio es así debido a que es la necesidad la que proporciona el placer. Quiere decir que al realizar algo que no forme parte de una satisfacción propia, el placer no es obtenido.
Principio de realidad
En este caso, el principio de realidad, es un nivel más cultural. La humanidad ha establecido diversas normas de convivencia: sociales, legales y a fin. Las cuales la satisfacción de un deseo en ciertas situaciones sociales no son válidas, por tal motivo la sociedad vería mal la satisfacción pública de tal deseo.
Organizando la personalidad
Son precisamente el yo, el ello y el superyó los tres sistemas principales para la organización de la personalidad humana. Siempre que cada individuo posea una mente sana, estos tres forman una unificación y armonía. Tomando en consideración que, en efecto, funcionan juntos para tal fin.
De tal forma que los tres les permiten a las personas relacionarse de manera eficiente y satisfactoria con su entorno. Tal finalidad conlleva a la realización efectiva de las necesidades y deseos básicos del hombre. Podría ocurrir que no estén de acuerdo tal sistema, la persona es conocida como una inadaptada. De tal manera que su eficacia para relacionarse se reduce.
El ello
El ello se refiere a la parte más innata, primitiva de la personalidad humana. Se presenta en nuestro inconsciente desde que nacemos, representando de esta manera nuestros deseos e impulsos más básicos. De tal manera que trata de cubrir estas necesidades sin tomar en consideración las consecuencias de esto.
Cuando un bebé recién nacido, por ejemplo, genera el llanto, lo hace para que satisfagan sus necesidades y de esta manera se aboguen por él. Tal como Sigmund Freud definiría, una reserva de energía psíquica inconsciente que lucha constantemente en satisfacer impulsos básicos tal como la reproducción, la supervivencia, el hambre y a fines.
El superyó
El superyó es la parte que equilibra al ello. Éste representa los pensamientos morales y éticos que las personas reciben de la sociedad, de su cultura en particular. Esto quiere decir que el superyó es todo lo que nos viene impuesto externamente por la sociedad relacionada particularmente con la ética y la moral.
De esto deviene nuestros comportamientos; pues los individuos no nacen con el superyó, éste comienza a ser consciente de éste a partir de los 4 o 5 años, que es cuando tenemos consciencia de nosotros mismos (así como recuerdos). Esto surge, según Freud, como consecuencia de la internalización de la figura del padre como el efecto de la determinación del complejo de Edipo (tal complejo fue inspirado en la mitología griega, en la que se apropió del personaje Edipo para tal teoría).
El yo
El yo viene a ser el mediador entre el ello y el superyó. Tal fin es cumplir los deseos del ello y a su vez ajustarlas con los requerimientos del superyó. Cada acción ejecutada es analizada por este yo, amenazando, a su vez, con el castigo en caso de incumplimiento.
Nos permite, el yo, reconocer cada acción que realizamos. Nos reconoce el tomar conciencia a elegir el camino adecuado y razonar los impulsos con tal de no ceder a la liberación libidinosa y cuidar constantemente por la integridad general de la realidad. Siendo esto el paso esencial para el reconocimiento, y de esta forma enfrentar los gustos, la culpa o el mismo escarmiento.