El café humeante que degustamos placenteramente sigue un proceso de transformación hasta que llega a nuestra taza. En cada eslabón de la trayectoria que recorre la semilla desde que se siembra hasta que la saboreamos en nuestras casas o cafeterías, el café suma valor. Este valor adquirido se conoce como cadena de valor del café. El recorrido de la cadena del café se aglutina en tres procesos: producción (plantación y recolección), procesamiento (secado y tueste) y comercialización.
En el conjunto de la actividad económica del café, la figura más importante pero más expuesta son los pequeños productores, afectados en muchos casos por una pobreza estructural. El precio de venta del café se establece en mercados internacionales, muy alejados del origen del producto, y a menudo no llega ni siquiera a cubrir los costes de producción.
Bonka, consciente de la importancia del trabajo de los cafetaleros para obtener un café de calidad, colabora con ellos y sus comunidades desde hace 80 años para consolidar plantaciones sostenibles tanto a nivel medioambiental como social, con un proceso del café sostenible.
La sostenibilidad: única opción
El cambio climático nos afecta a todos y también a los recursos naturales del café, aquellos necesarios para garantizar su producción, principalmente el agua y el suelo. El actual modelo de producción, que en muchos casos conlleva la deforestación y erosión de los suelos, debe evolucionar hacia producciones sostenibles que preserven la vegetación y la biodiversidad de las plantaciones de cafeto.
Y no solo la producción debe ser sostenible. También el consumo tiende hacia la sostenibilidad. Un claro ejemplo es el modelo de cafetería sustentable que se está implantando poco a poco en muchas ciudades del mundo. La preocupación de las nuevas generaciones de clientes y de baristas por los problemas tanto medioambientales como sociales favorece la aparición de estos establecimientos.
Se trata de locales en los que se ofrece un café de excelente calidad y se garantiza el origen desde plantaciones sostenibles, respetuosas con el medio ambiente y con las comunidades de cafetaleros.
Los impactos del cambio climático
El hábitat del café, como el de tantas otras especies de la flora y fauna, se está viendo afectado por los efectos del cambio climático. La disminución de las lluvias y el aumento de temperaturas inciden directamente en las actuales áreas de producción de café que, en el futuro, podrían verse desplazadas hacia otras zonas. Se estima que en los próximos 30 años los fenómenos climáticos cada vez más extremos pueden conllevar una reducción del 50% del área total de cultivo.
De hecho, los países de Centroamérica ya han visto disminuir su capacidad de producción en un 30% a causa de los cambios en la frecuencia de precipitaciones y la subida de las temperaturas.
Al mismo tiempo que el clima influye en la producción, la demanda mundial de café no para de crecer como consecuencia del cambio de hábitos y el desarrollo de los mercados emergentes. La necesidad de incrementar las áreas de cultivo para satisfacer la demanda y la disminución de éstas a causa del cambio climático agravan todavía más los efectos negativos que ya se constatan actualmente.
Estos dos factores, unidos al impacto ambiental del café procedente de producciones de cultivo intensivo que no respetan el entorno, representan una amenaza para modelo de producción actual.
La vía del cultivo sostenible
Frente al cultivo intensivo encontramos el cultivo sostenible, con un impacto del café en el medio ambiente positivo, responsable con el entorno social y el ecosistema. Esto se consigue gracias a un manejo eficiente de las plagas y de los suelos que favorecen el mantenimiento de la biodiversidad en las plantaciones de café y, a largo plazo, en el buen rendimiento de la agricultura cafetalera.
Naciones Unidas defiende la agricultura orgánica y el comercio justo como bases de la lucha contra la desertificación y la sequía. Estos dos conceptos son imprescindibles para asegurar la productividad de los cultivos, una vida digna para las comunidades cafetaleras y el consumo a nivel mundial.
El consumo, también sostenible
La cadena de valor de café empieza en el momento de la siembra de las semillas y termina en el momento de la degustación en cualquier lugar del mundo, en nuestra casa, en el trabajo o en una cafetería.
Y es en el tramo final de la cadena de valor del café donde encajan los establecimientos de cafetería sostenible que cada vez encontramos en más ciudades. El impacto ambiental de una cafetería no puede quedar desligado del resto de elementos de la cadena.
Nos encaminamos hacia un modelo de plantaciones sostenibles, en el que se intentan resolver los problemas ambientales en la producción de café. Si somos responsables en la producción y en el comercio del café, también debemos serlo en su consumo. Por eso, los nuevos locales de degustación y venta se decantan no solo por ofrecer un café de cultivo sostenible sino también productos de proximidad y por una gestión responsable de los residuos que se generan en la actividad del negocio.
Colombia: sello de calidad
Algunos de los grandes productores de café, como Brasil y Vietnam, han consolidado su posición a costa de plantaciones de cultivo intensivo, que producen mucho a corto plazo pero que destruyen la biodiversidad de los hábitats de cultivo.
En cambio Colombia, que ha apostado por una agricultura sostenible, ha conseguido convertirse en el principal productor de café arábico lavado y de calidad del mundo. Las cifras lo avalan: según datos de la Federación Nacional de cafeteros (FNC) la economía cafetera en Colombia emplea a 741.000 personas de forma directa y a 1,4 millones de forma indirecta.
En Colombia, el 90% de las plantaciones pertenece a pequeños productores que controlan todo el proceso de producción, desde la siembra hasta la post-recolección. Esto se traduce en un café de calidad excelente.
El sello de la economía cafetera colombiana es la calidad, no la cantidad. La marca registrada Café de Colombia así lo corrobora. Creada en 1984, es garantía de que el consumidor saborea un café 100% colombiano: ácido y suave, brillante y claro. El café Puro Colombia de Bonka, 100% arábica, brinda el sabor persistente en el paladar con sutiles notas cítricas propio del Café de Colombia.
En la actualidad, la economía del café se enfrenta a dos obstáculos que hacen peligrar su existencia tal como la conocemos: el cambio climático y el modelo de producción intensivo.
Solo el cambio de paradigma hacia una producción sostenible, que garantice la igualdad de condiciones de todos los actores que intervienen en la cadena productiva del café, desde la siembra hasta la venta, desde los cafetaleros hasta los consumidores, podrá garantizar su supervivencia.