«Es posible que yo a lo largo de mi extensa carrera sólo haya visto 20 casos, pero si sumamos esos a los 20 de otro oncólogo, a los de otro y a los de otro…», así reflexionaba en voz alta el presidente de la Fundación para Excelencia y Calidad en Oncología (ECO), Vicente Guillem, en la mesa debate sobre bulos más frecuentes en cáncer y sus consecuencias en la consulta que se ha celebrado este miércoles en el I Simposio #Cancersinbulos.
El médico experto en cáncer recordaba cómo a su consulta han llegado mujeres «con un tumor de 15 centímetros y la mama ulcerada después de tres años de recibir tratamiento con medicinas alternativas». El bulo, en ese caso, es claro: basta un tratamiento X -sustitúyase por bioneuroemoción, hierbas medicinales, homeopatía…- para resolver un cáncer que jamás responderá a los molestos tratamientos convencionales basados en la evidencia científica, léase cirugía, radioterapia y quimioterapia.
En la mesa, en la que han participado varios oncólogos más, ha quedado de manifiesto que los bulos en cáncer son una auténtica epidemia. «Mucho más frecuentes de lo que parecen», explicó uno de los participantes. José Ángel García, especialista en cáncer de mama del Hospital Clínico San Carlos y miembro de GEICAM, comentó que en su área concreta muchos se refieren a «errores que las mujeres creen que han cometido» para padecer la enfermedad.
Varían según los tipos de cáncer
El hematólogo de la Fundación Jiménez Díaz Raul Córdoba destacó por su parte que en su especialidad -la de los tumores no sólidos- son menos habituales porque existe una mayor sensación de que la enfermedad se cura. En este sentido, comentó que las creencias que más calan en sus pacientes son las relativas a la mejora de las defensas para que los tratamientos de quimioterapia no tengan que interrumpirse por una bajada de las mismas. «Vienen con un listado de superalimentos que han leído que pueden consumir para evitarlo y no saben que algunos pueden interaccionar con los tratamientos», recalcó.
También subrayó la diferencia entre cómo calan los bulos en pacientes con estadios curables de la enfermedad y los que la tienen más avanzada o incluso en una fase incurable, cuando es más difícil combatirlos.
La ginecóloga y coordinadora de la Unidad de Patología Mamaria del Instituto de Salud de la Mujer del Hospital Clínico San Carlos, María Herrera, señaló otro tipo de bulos de los que se habla menos: los referidos a la detección precoz. «Las mujeres te exigen mamografías desde una edad muy precoz, cuando la eficacia de esta prueba en ese momento no sólo no está demostrada, sino que implica riesgos por las pruebas secundarios que conlleva», apuntó.
Para el secretario científico de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Guillermo de Velasco, un gran problema de este tipo de bulos es que «parten de una base de verdad«. El médico recordó un caso de un paciente suyo que desarrolló acidosis, un efecto secundario cuyos oncólogos no entendían en su caso. Al final, resultó que el paciente hacía ayuno durante periodos muy largos porque había leído que eso frenaba el crecimiento de las células tumorales. «Y sí, probablemente habría pasado en ratones», se lamenta el médico.
Otro ejemplo concreto de bulo dañino se refiere al consumo de hongos chinos, recomendados en algunas páginas de internet para evitar retrasos en la quimioterapia y que pasan por alto el mayor riesgo de infecciones de muchos de estos pacientes. Los hongos, organismos vivos, entran en la sangre porque la propia neutropenia -lo que ha hecho que se retrase el tratamiento- y provocan un daño que puede ser fatal.
La experta en cáncer de mama nombró otros bulos menos dañinos pero igual o más absurdos, como la creencia de que los sujetadores con aros se asocian al cáncer de mama o incluso que el uso de desodorante -o depilarse las axilas- también.
Posibles soluciones
Una vez reconocido el problema de los bulos en cáncer, los ponentes se plantearon cómo combatirlos. Y quedó de manifiesto que no es nada fácil. García Sáez señaló que no es el papel de los oncólogos denunciar «los casos individuales» que les cuentan algunos pacientes que han caído en manos de curanderos y estafadores.
Todos coincidieron en que el tiempo que se dedica a los pacientes es clave para luchar contra estas falsas ideas y que la falta del mismo es un hecho en las consultas españolas.
Por supuesto, y dado que el origen de muchos de estos bulos es internet, se hablo de la posibilidad de que los oncólogos se implicaran más en esta lucha en las redes. Sin embargo, todos parecieron coincidir en que ese es el papel de las sociedades científicas, cada vez más concienciadas con el asunto.