La potencia y el precio del hachís y la marihuana han aumentado entre 2006 y 2016 en toda Europa, según ha evidenciado un estudio realizado por la Universidad de Bath y el King’s College de Londres (Reino Unido), y que ha sido publicado en la revista Addiction.
Tras analizar los datos recopilados en los 28 Estados miembros de la UE, así como en Noruega y Turquía, el trabajo ha evidenciado que en la marihuana las concentraciones de delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) aumentaron en una cantidad similar cada año, del 5% en 2006 al 10% en 2016. En el caso del hachís, las concentraciones de THC fueron relativamente estables de 2006 a 2011 (del 8% al 10%), si bien aumentaron entre los años 2011 y 2016 (del 10% al 17%). El precio también se incrementó, pero en menor medida que el de la marihuana. «Estos hallazgos evidencian que el hachís ha cambiado rápidamente en toda Europa», ha comentado el autor principal de la investigación, Tom Freeman.
A diferencia de la marihuana, el hachís generalmente contiene cannabidiol (CBD), además del THC. La CDB ha atraído el interés de los investigadores debido a su potencial para tratar varias afecciones médicas, incluida la psicosis y la ansiedad. Además, y según los expertos, cuando está presente en el hachís, el CDB puede contrarrestar algunos de los efectos dañinos del THC, como la paranoia y el deterioro de la memoria. No obstante, el hachís que contiene niveles más altos de THC y niveles más bajos de CBD se ha relacionado con mayores daños a largo plazo, como el desarrollo de dependencia o un mayor riesgo de enfermedad psicótica. Los investigadores han avisado de que las nuevas técnicas de producción de resina en Marruecos y Europa han aumentado los niveles de THC, pero no los de CDB.
«El CBD tiene el potencial de hacer que el cannabis sea más seguro. Lo que estamos viendo en Europa es un aumento del THC y niveles estables o decrecientes de CBD, lo que potencialmente hace que el cannabis sea más dañino. Estos cambios en el mercado ilícito están en gran parte ocultos de la investigación científica y son difíciles de identificar por los responsables políticos. Una opción alternativa podría ser intentar controlar el contenido de THC y CBD a través de la regulación», ha aseverado el doctor Freeman.