Desde principio de año, varios analistas han hablado de forma negativa acerca de las ganancias económicas del Mundial de Fútbol, en esta ocasión celebrado en el país más grande del mundo, Rusia.
La competición ha sido la más cara en toda su historia, con una inversión que supera los 30.000 millones de dólares, una cifra jamás vista en estos torneos (en Brasil 2014 se invirtieron más de 11.000 millones de dólares siendo el más costoso en su momento). Bien es sabido, que en todas las competiciones la casa siempre gana, y un evento de este calibre no puede ser la excepción, pero ¿podrá Rusia recuperar su inversión y obtener ganancias?
Un Mundial de fútbol es un evento sumamente comercial, en donde el país anfitrión generalmente sufre una pequeña inflación de sus productos y el consumo se dispara a niveles estratosféricos, producido evidentemente por la cantidad de turistas en las ciudades con sede mundialista. Las ganancias vienen desde varios sectores, hoteles, comida, productos oficiales del mundial, derechos televisivos, entradas a los estadios y un largo etcétera, siendo la etapa principal, la fase de grupos del campeonato donde permanecen más equipos en juego. Además, se estima que el mundial generó alrededor de 220.000 empleos desde sus preparaciones.
No obstante, no todas las ganancias van directamente para Rusia, la FIFA se queda con la mayoría de beneficios económicos. Sólo con los derechos televisivos ganan alrededor de 4300 millones de Euros, sin mencionar el merchandising oficial de la copa, ni la entrada a los estadios. Además, este mundial no sólo es el más caro en su inversión, sino será el más generoso en premios económicos para las selecciones de fútbol, pues sólo con participar en el torneo el equipo se llevará al menos 8 millones de Dólares, cifra que aumenta paulatinamente a medida que vaya avanzando, logrando alcanzar los 38 millones de dólares el Ganador y 28 millones de dólares el sub-campeón.
En general, las cifras de este mundial son astronómicas y sin precedentes, aunque, no todo es color de rosa, porque muchos patrocinantes de tradición mundialista este año no hicieron presencia en las canchas, reduciendo a 1400 millones de dólares aproximadamente su ganancia neta comparado con Brasil 2014 que tuvo 1630 millones de dólares.
Algunos de los patrocinadores que se conocen por su intervención constante y alta cantidad de publicidad en los diversos juegos deportivos no asistieron, lo cual pudo producir un desmejoramiento en las inversiones realizadas; entre ellos están la Sony, Emirates, Continental, Castrol, entre otros. Se rumora que estas ausencias se deben al caso de corrupción que estalló en la FIFA por el año 2015 conocido como fifa gate, donde todos se vieron involucrados.
Entonces, ¿Cuál es la ganancia neta del mundial de Rusia?
El problema para determinar si el mundial de Rusia es rentable o no, radica principalmente en los gastos que asumió el país y a la cantidad de personas que harán presencia durante el torneo. Se sabe que Rusia construyó 6 estadios totalmente nuevos para esta cita mundialista y al tratarse de un país con fácil acceso, los pronósticos son más que positivos.
En el mundial de Alemania 2006 se invirtieron cerca de 2000 millones de dólares, pues al tratarse de un país con rica tradición futbolística y tener una de las mejores ligas del mundo, la mayoría de estadios ya estaban a la altura, lo que produce una mayor ganancia. Aun así, a unos escasos días de terminar el Mundial y con una inversión sin precedente, Rusia está más que segura de recuperar su inversión y obtener ganancias de ello.
Aunque es evidente, que el premio gordo siempre se lo lleva la FIFA, el mundial siempre sale rentable para quien lo organiza, pues no se trata solo de cifras económicas, sino de publicidad, de negocios, de prestigio en la comunidad internacional y de dar a conocer su país a diferentes culturas del mundo. Los resultados de hacer un mundial sólo aporta beneficios económicos de manera inmediata para la FIFA y para las selecciones que participen en él, pues el país anfitrión se queda con beneficios de diferentes índoles, solo cabe esperar que la inversión no sea perdida y que los grandes estadios no se conviertan en “Elefantes Blancos” como pasó en Brasil y Sudáfrica.